Lamis Feldman. ‘Esmaltes’, Museo de Bellas Artes, 1976
Por Rigel García
La exposición individual Esmaltes, inaugurada en diciembre de 1976 en el Museo de Bellas Artes, Caracas, supuso la consolidación de la obra de Lamis Feldman como energía transformadora del esmalte sobre metal en Venezuela, gracias a un abordaje del oficio marcado por la investigación y la innovación técnica. Si en la muestra, titulada también Esmaltes y organizada en el MBA en 1972, la artista había presentado exploraciones inéditas para la disciplina, en la exhibición de 1976 demostró la madurez y afianzamiento de esas primeras indagaciones, al tiempo que sumaba nuevas preguntas con las que prolongaría su curiosidad en relación con el comportamiento del metal, del polvo de vidrio, del fuego.
De acuerdo a lo reseñado por la prensa, la exposición estuvo conformada por más de 250 piezas[1] que la artista recuerda haber instalado en una de las salas de la nueva ala –o edificio moderno– del Museo de Bellas Artes, puesta en funcionamiento en octubre de 1976[2]. El espacio le resultó novedoso y favorecedor, con amplios ventanales a ambos lados de la sala a través de los cuales se podían apreciar los jardines del museo y el Parque Los Caobos: una cualidad potenciadora de sentido tomando en cuenta el vínculo de la producción de Feldman con la naturaleza. El montaje fue llevado a cabo por la artista en conjunto con el arquitecto Antonio Conti y Walter Villasmil, quienes tuvieron a su cargo el diseño de la museografía.
Feldman incluyó en esta muestra la expresión definitiva de sus formas cerradas (un tabú en el esmalte sobre metal), desarrolladas ahora a partir de moldes colapsables[3] que permitían producir el objeto a partir de una sola pieza de cobre. Trascendía con ello la elaboración de esta tipología a partir de segmentos unidos mediante soldadura de cobre y cuyas primeras realizaciones había mostrado en 1972. Igualmente notables fueron las Desintegradas, investigación iniciada cuatro años antes[4] que revelaba asombrosas reacciones del metal: la delgada lámina de cobre aparecía desgarrada en hilachas, semejando un papel que arde lentamente o que ha sido carcomido. Esta serie combinó la dificultad de crear una forma cuasicerrada, en algunos casos, y de controlar la azarosa desintegración del metal en su estadio más frágil; todo ello tramado por una gran potencia poética gracias a las evocaciones de elementos orgánicos con superficies iridiscentes.
A estos hallazgos, Feldman sumó un tipo de cuenco de grandes dimensiones[5] y coloratura transparente, la Paracélsika, con la que se apartaba de la tradición del pequeño formato. De igual modo, presentó formas controladamente aplastadas (Cantores y Chatarras), piezas “personalizadas” o cosidas, cestas tejidas con alambre y posteriormente esmaltadas, y figuras hechas con lámina de cobre imitando el papel, modalidad escultórica en la que profundizaría posteriormente. La serie Lithops, iniciada en 1972, desafiaba la percepción habitual del cuenco al darle la vuelta y dotarlo de una personalidad propia asociada a piedras y corales.
Esta cualidad disruptiva, ese “dar la vuelta” –a la forma, a la técnica, al accidente–, como una de las premisas del quehacer de Lamis Feldman se expresaría en el catálogo de la muestra, diseñado por Sigfredo Chacón. Ocupando la totalidad de la portada, una fotografía de Ricardo Armas mostraba a la artista de perfil portando uno de sus bowls esmaltados sobre la cabeza, a modo de sombrero, en la acción de beber de una taza. El retrato, reproducido con un acabado metalizado en alusión a la técnica del esmalte, operaba como una suerte de declaración de principios al cuestionar el componente utilitario histórico de las artes del fuego y confrontarlo con una aproximación al medio asumida desde el arte y, en el caso de Feldman, tramada también por el humor, el sentido lúdico y la ironía.
El texto del catálogo estuvo firmado por Marta Traba, crítica de arte y escritora argentina para entonces residenciada en Caracas, quien tuviera un importante papel en la reflexión sobre el arte venezolano de esa década y a cuyos cursos y conferencias Feldman tuvo acceso durante sus estudios de Letras en la Universidad Central de Venezuela. La autora señala cualidades distintivas del trabajo exhibido, como el espíritu de totalidad, la autosuficiencia, o la integración belleza-significado, producto de la capacidad de compenetración de la artista con la obra durante el proceso creador. En la misma línea, Traba sitúa la experiencia de percepción de estas piezas en el terreno de la meditación y el goce puramente estético.
La novedad de esta actitud creativa aflora en el recuerdo que Lamis tiene de la reacción del público ante su exposición: “¡Asombro total ante «algo» (en este caso el esmalte), bastante desconocido como propuesta artística; y menos aún exhibido en un museo!”[6]. Esta respuesta confirma el hecho de que Feldman desplazó el esmalte sobre metal a un terreno de experimentación artística integral, alejada del utilitarismo y la decoración aplicada, aunque en sus declaraciones insistiera en declararse como “artesana”. Esta paradoja quizá sea sintomática de un cuestionamiento empírico de las categorías de arte-artesanía y cuya expresión tendría lugar en una creciente permeabilidad entre distintos medios y modos de hacer, así como en una integración radical de concepto, vocación existencial y materialidad.
_
[1] “Los esmaltes de Lamis Feldman son también paisajes y caminos hacia el significado”. En: El Universal, Caracas, 2 de diciembre 1976, 1-21.
[2] Bajo la dirección de Marco Miliani.
[3] Feldman solía trabajar con un tornero en la localidad de Maca, con quien comenzó a ensayar la forma cerrada directamente en el torno. El intercambio de ideas con otro artesano ubicado en la urbanización Chacao, Caracas, la llevó a experimentar con la soldadura de cobre. Posteriormente, un tercer artesano le propondría utilizar moldes colapsables, procedimiento que Feldman pondría en práctica junto al tornero de Maca. (Conversación con Lamis Feldman, 7 de marzo 2024).
[4] Imágenes de las Desintegradas de Feldman aparecen en publicaciones de eventos previos, como VIII Exposición de Artes del Fuego, Sala de Exposiciones Fundación Eugenio Mendoza, Caracas, octubre de 1975; y Lamis Feldman. Esmaltes. Sala de Exposiciones, Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo, Valencia, mayo de 1976. El catálogo de la muestra Lamis Feldman. Retorno al fuego. Esmaltes 1968-1989, organizada por la Sala Trasnocho Arte Contacto, Caracas, en 2006, reproduce piezas de esta tipología elaboradas en 1974.
[5] Las Paracélsikas son las piezas en esmalte de mayores dimensiones en toda la producción de Feldman.
[6] Conversación con Lamis Feldman, 13 de mayo 2024.
_
Documentos _ Archivo Lamis Feldman y Archivo Cinap – Galería de Arte Nacional:
“Caracoles, Piedras, Cantores y Campanas de Lamis Feldman”, sin más datos [diciembre 1976].
Greenwald, Glenda. “For Christmas and Forever. Lamis, The Enamelist”. En: The Daily Journal, Caracas, 12 de diciembre 1976, p. 11.
Lamis Feldman. Esmaltes [catálogo de exposición]. Museo de Bellas Artes, Caracas, 1976, portada.
“Los esmaltes de Lamis Feldman son también paisajes y caminos hacia el significado”. En: El Universal, Caracas, 2 de diciembre 1976, 1-21.
Trujillo, Manuel. “Esmaltes de Lamis Feldman en un domingo de pocas aperturas”. En: El Nacional, Caracas, 6 de diciembre 1976, C.