Polaroid Performance. PEDRO TERÁN

 

Por Rigel García

La relación arte-público-artista ha sido una de las principales preocupaciones (y aportes) en la obra de Pedro Terán. Cuestionar los límites tradicionalmente asignados a cada una de estas esferas de experiencia a través de gestos propiciatorios de permeabilidad constituye el fundamento de propuestas como Polaroid Performance, acción realizada en 1979 en la galería Arnolfini, Bristol, como parte de su muestra individual Polagramas, y presentada al año siguiente en la Galería de Arte Nacional, Caracas, en el marco de la exposición colectiva Arte constructivo venezolano 1945-1965: Génesis y desarrollo. En la primera versión, Terán fotografió con su cámara polaroid a personas del público mientras sostenían un nudo elaborado con un grueso cabo marinero –elemento protagonista de la serie Polagramas y evocativo de la filiación portuaria de esta ciudad inglesa–. Las imágenes resultantes se iban disponiendo sobre la pared de la sala hasta conformar una espiral de ángulos rectos, para luego ser refotografiadas ubicándose el segundo registro en una nueva espiral contigua. La versión ejecutada en Caracas involucró la toma simultánea de dos polaroids, una destinada a la composición de la pared y la otra para ser obsequiada al retratado.

En un breve texto mecanografiado de 1980, Terán considera la incorporación del público en el acto creador como el principal objetivo de este performance. Apunta con ello a la comprensión del espectador como obra, a la ausencia de objeto artístico tradicional o a la sustitución de éste por lo que denomina la operación mental. La acción trastocaba, en todo caso, la estructura lineal aplicada al campo del arte al apostar por una experiencia multifocal, simultánea e indiferenciada de producción-participación-recepción. Un antecedente de este planteamiento podría encontrarse en la acción Churinga, de 1976, que formó parte de la exposición individual Blancas paredes, en el Museo de Bellas Artes, Caracas. En esa ocasión, las fotografías instantáneas de los empleados del museo tomadas por Terán fueron dispuestas dentro de incisiones realizadas en la pared de la sala, enfatizando así la interrelación entre museo, obra y trabajadores; una apuesta por la visibilidad del componente humano frente al impersonal concepto de institucionalidad.

Polaroid Performance operaba sobre la estrategia de los Polagramas: hacer visible el tiempo, el espacio y el proceso mental. Problematizó el “deber ser” de la fotografía como medio de representación, reencuadrándola (en ese gesto de la foto que se fotografía a sí misma) como evidencia del proceso, de la ausencia del objeto mas no de la mirada, de la foto convertida en objeto-cuerpo y de esa mirada devuelta al espectador, ahora sujeto y objeto de la obra. La abstracción característica de los Polagramas fue igualmente confrontada con el elemento humano de Polaroid Performance, que introducía un factor vivo e imprevisible a la icónica secuencia autoreflexiva. Este contraste entre abstracción y figuración se reafirmó en el evento de Caracas al convocar el acto de participación en una muestra dedicada al arte constructivo; un gesto que señalaría, de modo sugerente, los paralelismos entre el abandono de la figura consumado por los lenguajes abstractos y la renuncia al objeto propuesta por las prácticas contemporáneas.

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Documentos _ Archivo Pedro Terán:
-Pedro Terán. Polaroid performance [texto mecanografiado]. Caracas, 19 de febrero de 1980.

–Pedro Terán. Polaroid performance [volante]. Caracas, Galería de Arte Nacional, 1980.

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