LAMIS FELDMAN. APROXIMACIÓN A LO ESCULTÓRICO
Por Rigel García
Hubo un momento en el que la producción en esmalte sobre metal de Lamis Feldman comenzó a incorporar representaciones de objetos de la vida cotidiana: papeles arrugados, envoltorios, barcos, bolsas, sobres, cestas y latas, entre otros. A partir de 1976 estos artefactos decididamente originales y tramados por una clara intencionalidad escultórica vendrían a sumarse a las tipologías tradicionalmente asociadas con la técnica (bowls, platos o cuencos) ya dominadas por esta creadora, así como a las formas cerradas y piezas desintegradas con las que había renovado el medio a principios de la década. En esta nueva etapa, el manejo del volumen en la búsqueda de tipologías inéditas junto a la continua exploración del esmalte en novedosos efectos de textura y color desplazó las piezas de la simple mímesis, ubicándolas en el terreno de la autonomía artística, y contraviniendo –una vez más– las fronteras entre las nociones de “artesanía”, “artes aplicadas” y “bellas artes”.
Las piezas en cuestión eran elaboradas por la artista a partir de láminas de cobre de distintos calibres imitando el aspecto del papel doblado o arrugado (en el caso de barcos, bolsas, sobres y envoltorios); las hebras flexibles de un tejido (en las cestas); o el metal deformado (para las latas). El esmalte seguía siendo protagonista y, de algún modo, ejercía un “extrañamiento” del objeto representado con respecto al referente original, algo que también lograban las reproducciones fotográficas sobre la superficie e, incluso, la incorporación de elementos reales como plantas vivas, trozos de tela, flores o cartones de huevos. ¿Era este último gesto una pregunta sobre los límites entre realidad y ficción? ¿O más bien un cuestionamiento del carácter utilitario de estos objetos y su consecuente apreciación como depositarios y detonantes de experiencia estética?
Si bien puede considerarse que el tránsito de los esmaltes de Feldman hacia un ámbito escultórico se esbozaba ya en sus Desintegradas –serie de recipientes en los que el metal aparece desgarrado–; fue con las piezas vinculadas al mundo de los objetos que se expresó más plenamente este interés. Con la creación de nuevas formas, Feldman buscó ampliar el proceso creativo y la dimensión conceptual de la pieza, precisamente para trascender las limitaciones que poseía el esmalte en tanto técnica.
Aún así, Feldman seguiría cuestionando los tabúes que rodeaban los procesos, como en el caso de las reproducciones o pases fotográficos sobre superficies esmaltadas, que muchos especialistas consideraban imposibles de ejecutar. La artista llevó a cabo las primeras pruebas con los fotógrafos Ricardo Armas y Alexis Pérez Luna, siendo Vladimir Sersa quien realizara las impresiones definitivas sobre las piezas de esmalte. Imágenes fotográficas de familiares aparecieron reproducidas en portarretratos de estilo art noveau; mientras que elementos gráficos tomados de antiguos grabados, postales o publicidades se apreciaban en las superficies de sobres, bolsas y latas de metal esmaltado. En una de estas últimas, rasgada y convertida en maceta, la denominación “maíz dulce” apuntaba con humor a la posibilidad de transformar el uso de un objeto masificado e integrarlo a un ámbito de relación con la naturaleza.
Probablemente las latas hayan sido las piezas más reconocidas en este camino emprendido por Feldman, que se prolongaría hasta entrados los años 80. Estuvieron presentes –junto a bolsas de mercado, potes de cocina y sobres– en su exposición individual No sólo de esmalte… organizada en la Librería Cruz del Sur, Caracas, en 1978; que ya desde su título esgrimía una voluntad de no constreñirse a la disciplina. Las latas acapararon la atención, igualmente, en la muestra Alkimiae 18, instalada en la Sala de Exposiciones de la Fundación Eugenio Mendoza, Caracas, en 1980, luego de resultar fallida la intención original de exhibirla en los espacios de la Embajada de Venezuela en Nueva York. La exposición estuvo conformada por 270 piezas que incluían formas cerradas, bowls, cajas, envoltorios, papeles arrugados, y toda una gama de latas rasgadas, deformadas y fusionadas entre sí. En este ámbito particular, Feldman destacó por su dominio de los dobleces, arrugas, sinuosidades y volúmenes amalgamados que adquirían, según Mara Comerlati, cierta voluptuosidad erótica. La artista cuenta sobre su proceso:
“Las latas las diseñaba yo misma, comenzando tal como suelen ser básicamente. Posteriormente, ya en el taller, las iba deformando. Algunas las esmaltaba completamente, a otras les esmaltaba apenas una franja dejando el resto del cobre desprovisto de esmalte para disfrutar de los matices de ese metal desnudo. A veces las estructuraba unas sobre otras, o las rasgaba dejando ver algo de su interior. También las hubo con pases fotográficos de postales antiguas. A una le sembré maíz, de modo que con el transcurrir de los días esas semillas se fueron convirtiendo en plantas. Todo ello, siempre jugando y yendo en oposición a su forma de utilidad tradicional”
Feldman revela aquí una constante en toda su trayectoria creativa: al adoptar otro enfoque, no solo cuestiona el uso convencional de determinado objeto, sino el utilitarismo asociado históricamente al esmalte sobre metal y a las artes aplicadas. Del mismo modo, renuncia a la premisa de permanecer en la superficie para plantear una propuesta artística integradora de concepto, forma y acabado. Es notable que, de modo progresivo, la artista haya ido desprendiéndose del esmalte en sus latas para dar protagonismo a los óxidos o a la superficie natural del metal. En ese sentido, hacia finales de los 80, Feldman elaboró latas desprovistas de esmalte, pero tratadas con pátinas de diferentes cualidades, algunas de las cuales se exhibieron en la galería Gala, Valencia, en 1989, bajo el revelador título Esculturas.
A modo de apunte final y como evidencia del empeño de la artista en prolongar esta nueva dirección, se puede mencionar su propuesta para la exposición colectiva La naturaleza y la huella del hombre, organizada en la Sala Mendoza, Caracas, 1981. Para esa ocasión, Feldman presentó la pieza El tonel de Venus, que consistía en un barril metálico rasgado por un costado que dejaba ver en su interior un maniquí negro de plástico brillante. La pieza, a tamaño natural y realizada a partir de elementos preexistentes, apostaba por una investigación de las posibilidades expresivas del metal, llevada a una nueva escala y con una presencia más potente en el espacio expositivo. Desde este nuevo ámbito, Feldman daba continuidad a estrategias ya presentes en su trabajo como el ensamblaje, la reutilización/resignificación de objetos o el replanteo de usos; y que continuarían caracterizando su producción en décadas posteriores.
Documentos _ Archivo Lamis Feldman y Archivo Cinap – Galería de Arte Nacional:
Alkimiae 18. Esmaltes. Lamis Feldman [catálogo de exposición]. Sala de exposiciones Fundación Eugenio Mendoza, Caracas, 1980.
Comerlati, Mara. “El esmalte es un juego”. En: El Nacional. Caracas, 19 de septiembre 1980.
Esculturas [desplegable]. Gala Galería de arte, Valencia, 1989.
“Lamis Feldman expone en la Librería Cruz del Sur”. En: El Universal. Caracas, 8 de julio 1978, p. 26.
“No sólo de esmaltes…”. En: El Nacional. Caracas. 8 de julio 1978, C-16.
RAS [Eduardo Robles Piquer].“Ras-guños”. En: El Nacional. Caracas 25 de septiembre 1980, C-28.
“Silky Satiny Surfaces”. En: Artspeak, no. 20, 15 de abril 1982, s.p.